Una multitud protagonizó la inédita Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista en repudio al discurso oficial contra la comunidad LGBT+ y las mujeres.
“Gracias por tanta belleza para pelearle a la crueldad”, fue una frase que se coló, casi en susurro, muy temprano cuando la Plaza del Congreso comenzó a llenarse para una marcha antifascista y antirracista en oposición a Milei, que fue inesperada, espontánea y multitudinaria.
Un millón de personas se movilizaron en la Ciudad de Buenos Aires –según los organizadores– como resultado de la mecha que encendió la comunidad LGTB. Un rayo de luz multicolor iluminó un día que no pasará desapercibido. ¿Es un punto de inflexión? ¿Es finalmente un parate? Será que tendrán que pasar las horas para que el calor del verano impregnado en miles y miles de cuerpos baje o siga subiendo. Aún no se sabe. Lo que sí, la marcha del 1 de febrero fue un llamado masivo y distinto que brotó de una asamblea antifascista y autoconvocada, y que se multiplicó en el país y en el mundo. Febrero precipitó un hartazgo y un hambre de basta
«Mi primera marcha»
A las 4 de la tarde, la marcha encabezada por personas travestis, trans, gays, no binaries y lesbianas salió de San José y Avenida de Mayo, a puro color, el punto de partida para un hecho político: “Yo nunca había ido una marcha, pero después del discurso del presidente dije ¡Basta! y vine”. Dice Flor –14 años– mirando la cabecera de la marcha de 14 metros de ancho. Son 50 quienes sostienen la bandera con los dedos apretados, dedos arrugados de uñas rojas y negras. Dedos de pibes trans y lesbianas. Orgullo antifasicsta y antirracista, una bandera bellísima, pintada el día anterior en la vereda del Hospital Bonaparte. Ese detalle, una evidencia de lo que fue esta marcha, una confluencia de luchas, una vibración intersectorial, un encuentro profundo para, como decía Flor en su primera marcha: “Decir Basta”.
“Es vital instalar el antifascismo” dice Violeta Alegre, activista y DJ trans. “Ahora tenemos la certeza de que antes no estaba instalado, más allá de que hemos avanzado en derechos humanos y civiles. Es importante entender que el fascismo no es el de Mussolini, hay otras herramientas que permiten que se reconfigure, a través de la tecnología y las redes sociales”. Dice, apenas antes de subirse al camión ubicado detrás de la cabecera de la marcha. Música, montaje y vogueras -bailarinas de la cultura ballroom-, ovacionadas: “Unidad de todas las maricas, y al que no le gusta, fasicsta, fascista”.
Una bandera de peluche rosa es el frente del camión de la Columna Mostri, una experiencia callejera que partió hace un año para la última marcha del 8M con la consigna «La vida esta en riesgo». Convocó a un centenar de personas en el Parque Lezama una semana atrás: “Somos columna mostri, somos antifascistas, somos todas desviadas, somos antirracistas. No nos cabe el ajuste, ni el verso de la guita, defendemos la vida ante el proyecto fascista, ante el proyecto fascista” coreaban. Detrás, organizaciones LGTB, feministas y una plaza repleta de sindicatos, el peronismo y la izquierda. El arco político opositor completo estuvo en la marcha.
La fiesta popular sin policía
El arzobispado de la Ciudad de Buenos Aires pidió que no vallaran la catedral para la marcha, el juez Ramos Padilla dictó un habeas corpus preventivo sin que se lo pidiera nadie, con el objetivo de que las Fuerzas de Seguridad no puedan interceptar personas ni transportes. Las calles alrededor de Avenida de Mayo estuvieron cortadas desde temprano y la calle fue una fiesta popular, con el orgullo LGTBIQNB+ en la sangre, la marcha descalabró los protocolos que fueron aplicados por la Ministra Patricia Bullrich durante todo el 2024.
“Quienes son, quienes son” gritaron las travas cuando pasaron por un balcón en el que estaban Lali Espósito y Maria Becerra. Fue una forma de saludar a la cantante que hizo furor con su tema “Fanático” y que fue agredida por el presidente con ensañamiento. Minutos más tarde se sumaron algunas de Madres de Plaza de Mayo, entre ellas Carmen Arias. El gritó fue ensordecedor “Madres de la Plaza, las travas las abrazan”.
La convocatoria desbordó. Durante la semana corrió el runrún de que iba a ser una marcha a la que se iba a plegar un amplio sector de la sociedad. Y se hizo carne, como sucedió con la “Marcha Universitaria” en 2024 o con la del “2×1” durante el gobierno de Mauricio Macri. “Hay cosas que esta sociedad no negocia», dice una mujer que tiene en una mano una cámara de fotos y en la otra, un bastón. Transpira y sufre el calor de plena tarde: “Soy jubilada, mi nieto es gay y tiene 13 años, yo no voy a permitir que este gobierno haga lo que se le cante”. «¿Dónde está tu nieto?», le pregunta esta cronista. “Bailando por allá”, dice sonriendo.
El antifascismo en la plaza
“Es la foto, es la foto”, gritaba la enorme fila de periodistas que querían capturar la entrada de la columna a la Plaza de Mayo. A los alrededores el aplauso era bienvenida cálida, un acompañar y ser parte. En la calle, niñes y doñas saludan a travestis que han superado los 40 años, la expectativa de vida que tienen en promedio.
“Me parece que lo más interesante de esta convocatoria es la puesta en el centro del debate de una política de profunda humanización de las diversas formas de existir en el mundo” dice Lucia Portos, Subsecretaria del Ministerio de Géneros y Diversidad de la Provincia de Buenos Aires. Para ella es una apuesta a la solidaridad y al armado de redes vinculares que desafían la institucionalidad y proponen el armado de comunidad, desenmascarando al conjunto de personas que usan la crueldad como herramienta”, explica y agrega: “Creo que la marcha de hoy es un punto de inflexión que debe llevar también a cuestionar las lógicas de representación democrática que están sometidas a una demanda urgente, la de asimilar las prioridades que marca la organización popular y transmitirlas para construir una mayoría que pueda efectivamente ponerle freno a la violencia. El gobernador, Axel Kicillof, también se hizo presente en la marcha con la columna de la provincia de Buenos Aires.
«La felicidad de haber hecho juntes un acto político lleno de ternura y decisión política» dijo Marta Dillon, activista, lesbiana y feminista. Desde un costado de la cabecera fue asertiva: «Este pueblo le dijo no, Milei, no estamos dispuestes a tolerar tu política de exterminio. Al fascismo no lo vamos a dejar pasar».
“Nuestra discusión desde el antirracismo en relación a la marcha de hoy, y a este gobierno, busca denunciar los recortes y las pérdidas en materia de políticas públicas y medidas de reparación hacia nuestras comunidades, históricamente marginalizadas y vulneradas debido al racismo estructural e institucional en la Argentina», dice Alejandra Pretel, integrante de afroslgbtiq+ y cofundadora de Afrocolectiva, que fue parte de la Asamblea antifascista: «Una postura antifascista es necesariamente antirracista porque luchar contra el fascismo, desde sus inicios, ya ha tenido un transfondo ligado a la supremacía racial, y a la persecución de los cuerpos que son percibidos como por fuera de los límites que conforman la identidad nacional», cuenta en diálogo con Pagina/12.
Manuel Sinde es cofundador de El Teje, espacio de acompañamiento a infancias adolescentes y adultxs TTNB y sus familias desde la ESI y el transfeminismo interseccional. Según él, esta marcha es un antes y un después, permite un doble movimiento: respuesta y encuentro: “Yo acompaño desde El Teje hace ya más de dos años a infancias y adolescencias TTNB que están muy asustadas, tristes, con ansiedad y miedo. Entonces me parece que además de dar una respuesta al fascismo, es también acompañar a todas esas identidades que lo necesitan mucho. Que les hagamos saber que estamos acá para cuidarles y que no vamos a dar ni un paso atrás” explica.
“Que el mensaje del presidente sea replicado en el país y en el mundo es muy peligroso” dice Yokarta, trabajadora sexual que marcha con AMMAR (Sindicato de Trabajadoras Sexuales). “Eso habilita a que en los barrios donde trabajamos nos violenten, a que vuelva la razzia policial y que me detengan por lo que sea. Con ese discurso, es ver si le caemos bien o mal a la policía y eso no puede ser” cuenta. “Si el presidente dice que nosotras somos algo peligroso, entonces la policía va a tomar represalias contra nosotras, y cada vez que me vea, por yo ser trabajadora sexual, migrante o trans” explica.
Las transversalidad se tiñó de colores, desde las problemáticas especificas de la comunidad LGTB hasta las jubilaciones de miseria, todo en una misma marcha: “Es fundamental luchar contra el vaciamiento de las políticas en salud, sobre todo las que hacen o que permiten garantizar el aborto, el acceso a la salud integral de las personas LGBT, medicación de VIH y tratamiento de hormonas” dice Cesar Bisuti Marica, abogado, activista anticarcelario y trabajador de la dirección de equidad de género del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. Esta marcha era muy necesaria, porque los discursos de Milei, que ya sabemos que no son solo discursos, son necropolíticas, es decir, la forma en cómo transformar ciertos cuerpos como degradables, exterminar y hacerlo además a través de un espectáculo” concluye.
“Acá han tenido una advertencia grande, esto fue un hecho político y fue una clara oposición a este gobierno. La oposición es lo que decía la gente y eso es un razón para estar felices con lo que sucedió”, dijo la cantante Liliana Herrero antes de llegar a la Plaza de Mayo.
La jornada fue un día de belleza respondiendo a la crueldad, en forma de murmullo y fiesta, con pieles al sol y maquillajes muy lejos de los gases constantes que rebaten una y otra vez la protesta social. Un alto, un estorbo y un mensaje replicado en el mundo contra la ultraderecha libertaria. El día después, tendrá algo de alivio y la mecha ya encendida.