La decisión de gastar o ahorrar en una moneda u otra no es solo económica. Qué dice una de las leyes de la economía sobre el uso del peso y el dólar y cómo influye en la estabilidad monetaria
El Gobierno oficializó en la última semana de enero la habilitación para que los comercios exhiban los precios de sus productos en dólares u otras monedas extranjeras.
Según la nueva normativa del Banco Central de la República Argentina (BCRA), a partir del 28 de febrero, los comercios podrán optar por aceptar pagos en dólares con tarjetas de débito sin necesidad de nuevas emisiones.
Además, se habilitaron los pagos en dólares con el sistema de QR interoperable, tanto con tarjetas de débito como con billeteras virtuales. En este caso, los comerciantes que quieran ofrecer este sistema deberán habilitarlo antes del 1 de abril.
Por supuesto, ante la exhibición de precios en dólares, algunos consumidores podrán optar por pagar en efectivo con billetes físicos.
Un viaje en el tiempo de la teoría monetaria
Cinco siglos atrás, Thomas Gresham fue un comerciante y financiero inglés que trabajó para el rey Eduardo VI de Inglaterra y para la reina Isabel I. En 1543, la sociedad de comerciantes The Mercers’ Company lo admitió como miembro y lo envió como comerciante a los Países Bajos. Con el tiempo, pasó de comerciante a asesor financiero del gobierno inglés.
Durante sus viajes, Gresham observó el comportamiento de la moneda en el intercambio de bienes y servicios y formuló tres principios clave:
- Circulación de monedas del mismo metal: las monedas más deterioradas desplazan a las mejor conservadas. Lo mismo ocurre con los dólares manchados, dibujados, cortados o arrugados.
- Circulación de monedas de diferentes metales: la moneda cuyo valor comercial es inferior a su valor nominal desplaza a aquella cuyo valor comercial es mayor.
En Argentina, históricamente, el peso se depreció frente al dólar, lo que llevó a los argentinos a elegir la divisa norteamericana como reserva de valor. Tradicionalmente, el billete cumplía la función de “moneda mala” frente a las monedas. En Argentina, el peso es considerada la moneda débil y el dólar, la moneda fuerte.
Los principios de Gresham fueron valorados por la corona inglesa, aunque no tenían un uso universal. Descubrió que los comerciantes preferían pagar con la moneda más débil del momento y ahorrar con la más fuerte.
En 2024, el peso se apreció frente al dólar, y en 2025 podría suceder lo mismo.
¿Por qué en los mercados del siglo XVI la gente conservaba la moneda fuerte? Porque, en caso de exportarla o fundirla, tenía mayor valor como divisa o como metal en lingotes.
Impacto en la historia del dinero
Estos principios comenzaron a conocerse como Ley de Gresham hacia finales del siglo XIX. Los argentinos aplican esta ley de manera intuitiva, incluso sin haberla estudiado en libros de economía.
En el siglo XIX, algunos de estos principios se aplicaron a nivel mundial a través del bimetalismo, un sistema que establecía una paridad fija entre el oro y la plata. Ambos metales eran aceptados como medio de pago a nivel nacional e internacional, pero con el tiempo el oro se consolidó como la principal reserva de valor.
Hoy, varios países aceptan el dólar estadounidense en comercios. Entre ellos, Aruba, Bahamas, Barbados, Belice, Bermudas, Camboya, Canadá, Islas Caimán, Costa Rica, Curazao, Guatemala, Honduras, Jamaica, Líbano, Liberia, México, Birmania, Nicaragua, Saint Martin y Vietnam.
Otros países han atravesado fases de bimonetarismo como transición hacia la adopción plena del dólar, entre ellos Puerto Rico, Panamá, Ecuador, El Salvador, Islas Marshall, Micronesia, Palaos, Timor Oriental y Zimbabue. En muchos de estos casos, la dolarización fue una respuesta a períodos de hiperinflación, crisis fiscales y desajustes monetarios crónicos.
¿Funciona en sentido inverso?
En estos países, la Ley de Gresham ha operado de forma inversa: cuando las personas pueden elegir entre dos monedas, prefieren aquella con mayor valor percibido y rechazan la más débil, que con el tiempo pierde valor y desaparece del mercado.
En Argentina, el dólar ha sido históricamente una reserva de valor y un mecanismo de ahorro. En una primera etapa, su uso en transacciones diarias parece más probable en bienes de alto valor, como electrodomésticos, informática, telefonía y automotores.
Si el Gobierno logra mantener el superávit fiscal, no habrá emisión para financiar el déficit ni un excedente de pesos, lo que permitiría que el ahorro nacional se transforme en reservas del Tesoro en dólares.
He-Man, el Plan Austral y la inflación
En la década de 1980, He-Man era un personaje de ficción con fuerza sobrehumana, que la obtenía mediante los poderes mágicos del Castillo de Grayskull. La serie animada fue un éxito mundial, y la empresa Mattel lanzó una línea de juguetes que se convirtió en una de las más vendidas de la historia.
Entre 1982 y 1988, período de mayor éxito de la saga, Argentina atravesaba la crisis inflacionaria que llevó al gobierno de Raúl Alfonsín a implementar el Plan Austral, bajo la conducción del ministro de Economía Juan Vital Sourrouille.
Tenía apenas 8 años cuando recibí mi primera lección monetaria: ahorraba en australes para comprar muñecos de He-Man. Pero en la antesala de la hiperinflación, me di cuenta de que la única forma de conservar mi poder adquisitivo era cambiar mis australes por dólares. De una semana a otra, veía cómo mi dinero alcanzaba primero para un muñeco, luego para un pequeño auto de colección, después solo para un caramelo y finalmente para nada.
Solo usaba mis ahorros en dólares cuando realmente quería comprar un muñeco de He-Man. Para caramelos, chicles, figuritas y helados, prefería los australes, porque quería deshacerme de ellos antes de que perdieran más valor. Para mí, un muñeco de He-Man era un bien superior y el dólar, el verdadero poder de Grayskull.
Gestión, estabilidad y valor de la moneda
En la década de 1990, con la convertibilidad, los argentinos comenzaron a transaccionar en pesos y dólares al mismo valor. Sin embargo, no fue magia: el equilibrio se sostuvo gracias a una política de superávit fiscal, que colapsó cuando el gasto público y el endeudamiento externo aumentaron.
El economista y premio Nobel Robert Mundell decía: “La moneda mala expulsa a la buena si se intercambian por el mismo precio”. En Argentina, la moneda ha sido lanzada al aire. Habrá que ver cómo cae en nuestras manos: por azar o por gestión.
El autor es Analista Económico