Hace poco asistimos a un acuerdo con el FMI donde se plantearon ciertos condicionamientos para poder postergar obligaciones. Casualmente, uno de dichos condicionamientos es la imposición de acumular US$5.000 millones de reservas del BCRA para el 2022. Lo que también se manifestó es que no habrá un salto devaluatorio y que la acumulación de los dólares del superávit comercial se deberá dar con una corrección gradual del dólar oficial.
Si bien este número (US$5.000 millones de reservas) puede variar levemente, ¿de qué estamos hablando? Sencillamente que se ganó la batalla con respecto al gradualismo cambiario y se acordó que no es viable una corrección considerable del dólar oficial para achicar la brecha cambiaria. ¿Por qué? Porque generaría una fuerte aceleración inflacionaria desde el piso del 50% interanual.
Pero, y más allá de todo esto, es la política cambiaria la que va a estar condicionada por la meta de acumulación de reservas. Con este planteo inicial y para saber si esto es factible, es relevante observar y analizar que viene sucediendo justamente en términos de superávit comercial y de reservas netas del BCRA.
Si tomamos el año que acabamos de dejar, tuvimos un superávit comercial, según el Balance Cambiario del BCRA, de US$15.280 millones. Esto se obtuvo gracias a:
- La disparada en los precios internacionales (commodities, entre ellos la soja)
- El incremento en las exportaciones del 42%, respecto al otro año (el muy particular 2020)
No obstante todo esto, ¿Qué nos dejó el 2021? Reservas brutas creciendo apenas en US$275 millones. De tomar las reservas netas (descontando el swap chino, encajes de depósitos en dólares, préstamos del FMI, préstamos del Banco de Basilea y DEGs) comenzamos el 2021 con US$3.100 millones y lo finalizamos con un nivel de US$2.200 millones. Vale decir que terminamos con US$900 millones menos.
Por otra parte, el superávit comercial no pudo ser acumulado porque el balance de servicios (incluido el déficit por turismo por US$2.400 millones) fue negativo en casi US$4.450 millones. ¿Cuál fue la causa? Tuvimos pagos de intereses de la deuda por US$5.088 millones, cancelación de deuda de privados por US$5.000 millones, formación de activos externos (incluido el dólar ahorro) por US$580 millones y la intervención en la brecha cambiaria significó durante todo 2021 un goteo de reservas por US$2480 millones.
Por todo esto, el BCRA no pudo acumular el superávit comercial aun teniendo puntos a favor tales como la inversión extranjera real y financiera y los desembolsos de los DEGs.
Perspectivas con la acumulación de reservas en 2022
¿Qué nos espera para este 2022? La acumulación de reservas va a estar condicionada a la proyección de la cosecha de la soja (la Bolsa de Cereales de Rosario estima 42 millones de toneladas, contra 45 millones de toneladas en 2021). La misma hoy está por debajo de 2021 debido a la sequía. A pesar de esto, cabe mencionar que la recuperación de los precios podría compensar.
Lo cierto es que aún con precios por encima de los US$550 dólares por tonelada de soja, la generación de divisas sería al menos un 7% o un 8% menor a 2021. Consecuentemente, el superávit comercial será menor a 2021(consideremos que las importaciones también van a crecer si la economía real no se deprime).
Como segundo punto, es muy probable que el 2022 nos deje un mayor déficit en la balanza de servicios (esencialmente por el déficit por viajes al exterior). De llegar a los US$4000 millones en 2022 estaríamos hablando de un 70% de lo que se registró en el 2019. En este caso, la partida total de servicios reales tendría un déficit de US$5500 millones aproximadamente. Mientras que, y como tercer considerando, tendríamos para este año:
- Los vencimientos en moneda extranjera (que no incluyen al FMI y Organismos Internacionales), con acreedores privados, por US$2900 millones
- La cancelación neta de deuda de privados en moneda extranjera aproximadamente por US$3000 millones (por debajo de los casi US$5.000 millones que tuvimos en 2021)
En síntesis, es probable una mayor entrada de inversión extranjera real y financiera y el atesoramiento de dólares se reducirá en 2022. Dadas estas circunstancias, se ve bastante compleja la meta de acumulación de reservas internacionales netas (restricciones vía cepo y escasez de divisas).
Es razonable considerar la posibilidad de que el Fondo acceda a que los DEGs se contabilicen dentro de las reservas netas (dados todos estos compromisos y exigencias en moneda extranjera que tendremos en 2022). Por último, si el FMI no contempla la posibilidad de que esos DEGs se contabilicen como reservas líquidas, la contracara de ello sería la necesidad de un dólar real más alto. En muy pocas palabras esto implicaría:
- Más presión a la política cambiaria oficial
- Rompería el camino que ha sido acordado de aceleración del crawling peg, sin un fuerte salto en el tipo de cambio
*Federico Pablo Vacalebre es profesor en la Universidad del CEMA