Un estudio reveló que recurren a estrategias extremas para escapar del frenesí reproductivo, desafiando la idea de su pasividad en el apareamiento
Un reciente estudio liderado por Carolin Dittrich, investigadora del Museo de Historia Natural de Berlín, ha revelado un comportamiento sorprendente en las hembras de la rana bermeja (Rana temporaria): algunas de ellas fingen estar muertas para evitar el acoso de los machos durante la temporada de apareamiento. Según informó el medio National Geographic, esta estrategia, conocida como inmovilidad tónica, es solo una de las tácticas que las hembras emplean para escapar de situaciones potencialmente peligrosas, como las llamadas “bolas de apareamiento”, donde varios machos se amontonan sobre una sola hembra, poniendo en riesgo su vida.
El hallazgo, que desafía la idea tradicional de que las hembras de esta especie son pasivas durante el proceso reproductivo, abre nuevas preguntas sobre los conflictos sexuales y las dinámicas evolutivas en los anfibios. Según detalló National Geographic, el 33% de las hembras observadas en el estudio recurrió a esta estrategia extrema para librarse de los machos, mientras que otras optaron por maniobras como girar sobre su espalda o imitar los sonidos de los machos para confundir a sus pretendientes.
Un frenesí reproductivo que pone en peligro a las hembras
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La temporada de reproducción de la rana bermeja, que ocurre en primavera y dura aproximadamente diez días, se caracteriza por un comportamiento frenético entre los machos. Según explicó National Geographic, a diferencia de otras especies de ranas y sapos, los machos de esta especie no son territoriales, lo que provoca que todos salgan al mismo tiempo en busca de hembras. Este comportamiento puede derivar en las peligrosas “bolas de apareamiento”, donde hasta diez machos se agrupan sobre una sola hembra, especialmente en aguas poco profundas, aumentando el riesgo de asfixia o lesiones graves.
El medio también destacó que, hasta hace poco, los herpetólogos asumían que las hembras no tenían mecanismos para defenderse de estas situaciones. Sin embargo, el estudio de Dittrich, realizado en colaboración con el Instituto de Etología de Viena, ha demostrado que las hembras no son tan indefensas como se pensaba. Además de fingir su muerte, algunas hembras emiten sonidos similares a los de los machos cuando son sujetadas, lo que parece confundir a los agresores y les permite escapar.
Un descubrimiento accidental que desafía la literatura científica
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El interés inicial de Dittrich no estaba centrado en las estrategias de defensa de las hembras, sino en entender cómo los machos eligen a sus parejas. Según consignó National Geographic, el experimento consistía en colocar a un macho junto a dos hembras de diferente tamaño en un terrario con agua y observar su comportamiento durante una hora. Sin embargo, lo que llamó la atención de los investigadores fue la variedad de tácticas que las hembras empleaban para evitar ser copuladas.
De las 54 hembras estudiadas, el 83% intentó zafarse de los machos mediante maniobras de rotación, mientras que más de la mitad emitió sonidos similares a los de los machos. La táctica más sorprendente, según el medio, fue la inmovilidad tónica, en la que las hembras tensaban sus patas delanteras y traseras, adoptando una postura que simulaba la muerte. Este comportamiento, aunque inusual, ya había sido descrito hace más de 250 años por el naturalista Rösel von Rosenhoff en su obra Historia Naturalis Ranarum Nostratium, pero había sido ignorado por la literatura científica moderna.
Conflictos reproductivos y presiones evolutivas
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El estudio también arroja luz sobre los conflictos reproductivos entre machos y hembras, un fenómeno común en muchas especies animales. Según explicó National Geographic, mientras que los machos buscan maximizar su éxito reproductivo inseminando a tantas hembras como sea posible, las hembras están limitadas por su capacidad para producir descendencia y, por lo tanto, son más selectivas. Estas diferencias generan tensiones que pueden derivar en comportamientos extremos, como la copulación forzada o incluso el infanticidio.
Desde una perspectiva evolutiva, estos conflictos actúan como una presión selectiva que moldea el comportamiento y las características de las especies. Las hembras que logran escapar del acoso de los machos tienen más probabilidades de sobrevivir y reproducirse, transmitiendo sus estrategias de defensa a las generaciones futuras. Sin embargo, según detalló el medio, todavía es necesario realizar más investigaciones para comprender completamente la significancia biológica de estos comportamientos.
Limitaciones del estudio y preguntas abiertas
A pesar de los hallazgos, el estudio presenta algunas limitaciones. Según informó el medio, los experimentos se llevaron a cabo en un entorno controlado, lo que significa que las hembras no tenían acceso a refugios naturales donde podrían haberse escondido. Además, cada macho fue expuesto a solo dos hembras, lo que no permitió observar cómo se forman las “bolas de apareamiento” en condiciones naturales.
Por estas razones, los investigadores consideran que es necesario realizar estudios adicionales en ambientes más realistas y con un mayor número de ejemplares. Según el medio, una de las hipótesis es que las hembras podrían estar evaluando la fortaleza de los machos al intentar evadirse, aunque también es posible que simplemente estén tratando de evitar el daño físico que puede resultar del acoso.
Un comportamiento que redefine el papel de las hembras en la reproducción
El descubrimiento de estas estrategias de defensa en las hembras de rana bermeja no solo desafía las ideas preconcebidas sobre su pasividad durante el apareamiento, sino que también plantea nuevas preguntas sobre la evolución del comportamiento reproductivo en los anfibios. Según concluyó National Geographic, aunque todavía queda mucho por investigar, este estudio representa un paso importante hacia una comprensión más completa de las complejas dinámicas entre machos y hembras en el reino animal.