Cansados de las pésimas condiciones del ómnibus que los llevaba de gira, la madrugada del 3 de febrero de 1959, Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Booper alquilaron una avioneta para viajar a Dakota del Norte que se estrelló poco después de despegar. La marca que dejaron en el mundo del rock’n’roll, la canción que inmortalizó la fecha y el reconocimiento de Paul McCartney al hombre que lo impulsó a escribir la letra de sus propias canciones
Cuenta la historia -o la leyenda, porque es incomprobable- que el último diálogo entre Buddy Holly y el bajista Waylon Jennings fue un intercambio de bromas:
-¡Espero que tu viejo autobús no se congele! – le dijo Buddy a su compañero de banda.
-¡Bueno, espero que tu avión no se estrelle! – le respondió Waylon sin imaginar que su deseo no se cumpliría.
Clear Lake, Iowa, martes 3 de febrero de 1959 a las 0.55 de la madrugada. La avioneta de cuatro plazas, un monoplano Beechcraft Bonanza, despegó al mando del piloto Roger Peterson, de 21 años, con tres músicos a bordo. Adelante, junto al piloto, iba Holly, en las dos plazas de atrás se habían acomodado otros dos músicos, Ritchie Valens y J.P. Richarson, conocido como The Big Bopper. Habían dado un concierto esa noche y partían rumbo a Fargo, en Dakota del Norte, la próxima escala de la gira “Winter Dance Party” que venían haciendo por el centro de los Estados Unidos. Waylon Jennings ni siquiera vio despegar al pequeño avión: a esa hora estaba dormitando en uno de los asientos del colectivo sin calefacción que venían utilizando para ir de un punto a otro en la gira y donde se amontonaban el resto de los músicos, los instrumentos y los equipos. A su lado también dormitaba el guitarrista Tommy Allsup, frustrado porque podía haber tenido un lugar en el avión, pero lo había perdido tirando una moneda al aire con Valens.
Todos eran estrellas del incipiente universo del rock’n’roll estadounidense y esa situación sería hoy impensable, porque los músicos de ese calibre viajan en jets privados -propios o alquilados- cuando recorren el mundo dando conciertos. No era así en 1959: en sus giras las bandas se trasladaban de una ciudad a otra en micros que hacían larguísimos y agotadores recorridos por los caminos. Para entretenerse durante esos viajes, cuando no podían dormir, los músicos jugaban a las cartas, conversaban de cualquier cosa e incluso componían nuevos temas. Quizás por eso, en las letras de los blues y los rocks de esos tiempos se repiten una y otra vez las palabras “on the road”.
Los tres que subieron a la avioneta eran muy jóvenes aunque ya figuras consagradas. Charles Hardin Holley -Buddy Holly- tenía 22 años y brillaba en el mundo del rock’n’roll desde dos años antes, cuando en 1957 su disco simple That’ll be the day trepó al número uno en los Estados Unidos y Gran Bretaña. Otro de sus temas, Peggy Sue, también era un gran éxito que había llegado al puesto tres en su país y al seis en Inglaterra. Sin embargo, esos éxitos no se traducían en dinero y Buddy, recién casado y con un hijo en camino, tuvo que dejar la carrera como solista que había empezado en 1958 para unirse a la gira “Winter dance party” y juntar con ella un puñado de dólares. La banda estaba conformada por Waylon Jennings en el bajo, Tommy Allsup en la guitarra y Carl Bunch en la batería, a los que se unieron Valens y The Big Bopper y otros músicos. Ritchie Valens, con apenas 17 años, ya era reconocido como un pionero del rock and roll en español gracias a su éxito con “La Bamba” y The Big Booper, a los 28, venía de lograr el puesto número tres en el ranking estadounidense con su canción Chantilly Lace.
Hasta la madrugada de ese 3 de febrero, la banda completa venía viajando en micro, pero la noche anterior una serie de contratiempos hizo que Buddy dijera basta y decidiera contratar la avioneta de Roger Peterson para volar con Valens y The Big Bopper al encuentro de la muerte.
Una gira problemática
La gira comenzó en Milwaukee, Wisconsin, el 23 de enero, y la frecuencia de los viajes pronto se convirtió en un problema logístico porque las distancias que los músicos debían recorrer entre los lugares de los diferentes conciertos habían sido mal calculadas por los organizadores. Por eso, en lugar de hacer una especie de círculo entre las ciudades de las presentaciones, la ruta seguía un zig-zag con distancias que podían llegar hasta a más de 600 kilómetros. Además, el ómnibus no estaba en condiciones para soportar las bajas temperaturas de ese invierno, con mucha nieve en los caminos y un termómetro que oscilaba entre los 20 y los 35 grados bajos cero.
La situación empeoró cuando llevaban poco más de una semana en los caminos y se descompuso la calefacción. Varios de los músicos empezaron a engriparse: Richardson y Valens se enfermaron, y el baterista Carl Bunch tuvo que ser internado por principio de congelamiento. Lo reemplazó Carlo Mastrangelo, baterista de The Belmonts, aunque hubo algunos conciertos en que Buddy Holly ocupó su lugar. Al final debieron dejar atrás al ómnibus descompuesto y alquilaron un micro escolar para poder completar la gira.
La presentación del 2 de febrero en Clear Lake, Iowa, no estaba prevista en el cronograma original de conciertos, sino que fue agregada a último momento. Para entonces, Buddy Holly estaba harto de viajar en esas condiciones y decidió alquilar un avión para viajar a Fargo, en Dakota del Norte, para el siguiente concierto. Estaba agotado y eso le permitiría por lo menos descansar unas horas en lugar de seguir sufriendo frío en los caminos. Consiguió la avioneta de Peterson, que solo llevar tres pasajeros, a un costo de 36 dólares por cabeza. Los demás deberían seguir en el micro.
Hubo una serie de cabildeos para decidir quiénes se subirían al avión. El asiento de Buddy Holly estaba fuera de discusión, porque todo había sido idea suya y también se ocupó de conseguir el avión a través de su representante. Otra plaza era para Waylor Jennings, pero a último momento se la cedió a The Big Booper porque lo vio afiebrado y con síntomas de gripe. El último lugar lo consiguió Ritchie Valens luego de ganárselo a Tommy Allsup jugando a “cara o ceca” con una moneda arrojada al aire.
El accidente
El monoplano Beechcraft Bonanza piloteado por Peterson dejó de tener contacto radial poco después del despegue, pero esa noche no se podía hacer nada para buscarlo porque la visibilidad era casi nula. Recién a la mañana siguiente, con las primeras luces, el dueño de la pequeña compañía aérea, Hubert Jerry Dwyer, despegó en otro avión para tratar de encontrarlo. Lo vio desde las alturas a las 9.35 de la mañana, a unos 9 kilómetros de la pista de despegue: la avioneta se había estrellado en un campo de maíz. El cuerpo del piloto seguía dentro del monoplaza y los de Holly, Valens y The Booper Booper estaban esparcidos a pocos metros alrededor.
La investigación determinó que la avioneta había impactado contra el suelo a una velocidad de 273 kilómetros por hora en posición de picada. La punta del ala derecha había impactado con el suelo primero, proyectando a la aeronave a través del campo congelado antes de quedar incrustada contra un cerco de alambre.
Los forenses informaron que todos los tripulantes murieron de forma instantánea. En el caso de los músicos, la causa de muerte fue “trauma severo al cerebro”, mientras que la de Peterson se adjudicó a “daño cerebral”. Sobre las causas del accidente, al principio se responsabilizó a los informes climatológicos recibidos por el joven piloto, que, aparentemente, no tenían los detalles necesarios para una evaluación completa del estado del tiempo de aquella madrugada. También se dijo que Roger Peterson no contaba con los conocimientos y las habilidades necesarias para pilotear ese modelo de avión, sobre todo con un clima tan difícil como el de esa noche.
Al mismo tiempo comenzaron a correr rumores sobre otras posibles causas. Se dijo que la policía había encontrado un arma que supuestamente pertenecía a Holly cerca de su cuerpo y que el asiento del piloto tenía un agujero de bala. Los investigadores desmintieron de inmediato la versión.
El tema honra homenaje a Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Booper, que murieron en un accidente aéreo
La noche que murió la música
Las repercusiones del accidente fueron enormes y los discos de los tres músicos multiplicaron sus ventas, sobre todo en el caso de los de Buddy Holly. Su último simple, It Doesn’t Matter Anymore, que venía muy atrás en el ranking se disparó de inmediato al puesto número trece y se lo escuchaba en todas las radios. Meses después, el sello Decca se apresuró a publicar un álbum de grandes éxitos, que permaneció en las listas de Billboard durante otros siete años. En Gran Bretaña, la demanda de sus discos creció de tal manera que la compañía debió reeditarlos una y otra vez, al tiempo que exhumaba sus grabaciones inéditas.
También se multiplicaron los homenajes. La primera canción en memoria de los músicos, Three Stars de Eddie Cochran, se grabó apenas un día después de su muerte, pero fue American Pie, de Don McLean, el que en uno de sus versos bautizó a esa madrugada del 3 de febrero de 1959 en que Holly y sus compañeros perdieron la vida como “La noche que murió la música”.
En una de sus estrofas dice: “No recuerdo si lloré/ Cuando leí sobre su novia viuda/ Pero algo me tocó profundamente en el interior/ El día en que la música murió”. El fragmento se refiere a la joven viuda de Buddy Holly, María Elena, que tenía un embarazo de pocas semanas cuando se enteró por la prensa del fallecimiento de su esposo y tuvo un aborto causado por el estrés traumático que le causó. Como consecuencia de los problemas de embarazo sufridos por la esposa del músico y las circunstancias en las cuales se le informó de su muerte, en los Estados Unidos se adoptó la política de no revelar nombres de víctimas hasta después de notificar a sus familiares.
Quizás el mayor homenaje que haya recibido Buddy Holly sea lo que Paul McCartney dice sobre él y su música en el libro The Beatles Anthology. Allí reconoce que lo motivo a escribir sus propias letras desde muy temprano. “Todavía me gusta el estilo vocal de Buddy. Y sus composiciones. Algo digno de destacar de The Beatles es que comenzamos a escribir nuestro propio material desde el principio. Hoy la gente da por sentado que vas a hacerlo, pero nadie lo hacía entonces. John y yo comenzamos a componer por Buddy Holly. Era como: ‘¡Guau! Él escribe y es un músico’”, escribió