Los lazos sociales y emocionales de estos cetáceos han llevado a interpretaciones sobre el impacto de la pérdida en su comportamiento individual y grupal
El duelo en las orcas es un fenómeno que ha fascinado a los científicos y revela datos acerca de la vida emocional y social de estos cetáceos. Aunque el dolor y la pérdida son experiencias ampliamente documentadas en los seres humanos, estos animales, junto con otros mamíferos marinos, han mostrado comportamientos que parecen sugerir que también experimentan estas emociones.
En el caso de las orcas, el vínculo entre madre y cría es especialmente fuerte. Michael Weiss, del Centro de Investigación de Ballenas, contó a National Geographic que saben que el vínculo entre estas y sus crías es increíblemente fuerte, tan fuerte como puede ser un vínculo social.
Este lazo parece ser tan poderoso que, tras la muerte de una cría, las madres a menudo se aferran al cuerpo, empujándolo a través del agua durante días o semanas, a pesar de los riesgos que esto representa para su propia supervivencia. Este comportamiento se ha interpretado como un signo de duelo, aunque los investigadores también han planteado otras hipótesis, como que las madres intenten reanimar a sus crías al mantenerlas cerca.
En los casos más extremos, como el de la orca Tahlequah, las madres continúan cargando con el cuerpo, incluso cuando esto significa renunciar a alimentarse adecuadamente o separarse del resto de la manada.
El dolor de las orcas no se limita a las madres. Sus complejas estructuras sociales y su naturaleza matrilineal significan que el bienestar de un individuo afecta a todo el grupo. Según explicó a National Geographic, el profesor Darren Croft, de la Universidad de Exeter, para las madres este sacrificio puede tener un costo significativo en su salud y capacidad reproductiva futura.
Por ejemplo, un estudio realizado entre 1982 y 2021 mostró que las probabilidades de que una orca hembra concibiera otra cría se reducen a la mitad por cada ballenato vivo que tiene, lo que sugiere que la dedicación maternal tiene un impacto evolutivo y fisiológico profundo.
En el contexto de las orcas residentes del sur, la situación se torna aún más preocupante debido a las crecientes amenazas ambientales que enfrentan. Esta población, que se alimenta casi exclusivamente de salmón Chinook, un recurso en peligro de extinción, ha disminuido drásticamente en las últimas décadas. Según cifras recientes, solo quedan 73 ejemplares, y las tasas de natalidad son alarmantemente bajas.
Los fallos reproductivos en las últimas etapas del embarazo, los partos muertos y las altas tasas de mortalidad juvenil son factores que agravan esta crisis. Estas circunstancias no solo aumentan la frecuencia de eventos de duelo en la población, sino que también afectan la capacidad de las madres para recuperarse emocional y físicamente.
El caso de Tahlequah es quizás el ejemplo más icónico de duelo en las orcas. Esta madre orca, identificada como J35, se convirtió en un símbolo mundial de la capacidad emocional de estos animales. Tras la muerte de su cría, Tahlequah cargó con el cuerpo durante 17 días, recorriendo más de 1.600 kilómetros. Este viaje extraordinario fue observado con asombro por científicos y activistas, quienes lo interpretaron como una expresión de duelo profundo.
Además, contó con el apoyo de su madre, que permaneció cerca durante todo el evento, lo que subraya la importancia del apoyo social en su comunidad.
Cinco años después, Tahlequah volvió a experimentar la pérdida de una cría, reafirmando su trágico destino. En diciembre de 2023, su nueva cría, una hembra, falleció poco después de nacer. Una vez más fue vista cargando el cuerpo por días, sumergiéndose repetidamente para recuperarlo cada vez que se hundía.
En esta ocasión, Tahlequah recibió apoyo de su hijo Phoenix y su hermana Kiki, quienes compartieron comida con ella y permanecieron cerca mientras se desplazaban lentamente, rezagándose del resto de la manada.