Federico Alessandri se cuida de llamar «peronista» al Gobierno de Llaryora. Aunque algunos creen que sus críticas al gobernador mediterráneo están acordadas, él apunta y dispara definiciones ácidas e incómodas. A diferencia de La Cámpora, Alesandri llega al cristinismo desde el delasotismo ortodoxo: Carlos, su padre, fue un lugarteniente del caudillo cordobés. No esconde su intención de liderar en 2025 la boleta del PJ nacional, un núcleo duro que rinde al menos un diputado nacional en cada elección, mientras impulsa un conglomerado justicialista refractario a la sintonía fina entre el cordobés y Javier Milei.
-¿Quién expresa a Javier Milei en la Legislatura de Córdoba?
-El oficialismo. El oficialismo es lo más funcional a Milei. Hubo una ayuda sistemática de Schiaretti y Llaryora para que Milei sea presidente y ellos se quedaron con una cuota de poder importante en el gabinete nacional, con lo cual quien hoy mejor representa los intereses de Milei Córdoba es el oficialismo.
-¿Cuál es el beneficio o a qué se debe este apoyo de Llaryora a Milei?
-No se entiende, pero lo único que puedo decir es que al cordobesismo el calor del poder le sienta bien. Ellos (Schiaretti y Llaryora) con Macri tuvieron más o menos la misma actitud, y hoy con Milei son parte de este gobierno. También creo que el cordobesismo es un socio pobre; es socio porque no le ha quedado alternativa: no sabe cómo pararse ante la sociedad, no sabe qué decir. Mirá el terrible papelón que hizo Llaryora el 25 de Mayo cuando, como socio de Milei, lo silbaron. Fue el papelón más grande de las autoridades de Córdoba en nuestra historia institucional.
-Hubo hasta ahora una línea histórica del Gobierno de Córdoba respecto del reclamo de los fondos nacionales para cubrir el déficit de la Caja de Jubilaciones. Desde hace seis meses los giros nacionales para la Caja están cortados y Llaryora no parece decidido a encarar un reclamo judicial ni ha emitido una opinión política. ¿Por qué entendés que interrumpió esa «tradición» pese a la deuda de $12.000 millones mensuales?
-Es nefasto. Con otro gobierno nacional, lo hacían y reclamaban, como corresponde. Hoy este silencio duele porque los que pierden son los jubilados de Córdoba. Él ha tomado una decisión que tiene que ver con una ecuación económica de recortar puertas adentro de Córdoba y no reclamarle nada al Gobierno nacional.
Este método de Llaryora, primero habla mal del gobernador de Córdoba, habla mal de la institucionalidad, pero también habla mal respecto de lo que el peronismo quiso hacer de Córdoba: que sea el corazón productivo del país. Llaryora claudicó ser la referencia de lucha por el país federal. Creo que con su actitud Llaryora está encendiendo las luces de un fin de ciclo de esta manera de gobernar y de mimetizarse con el Gobierno nacional en Córdoba.
-¿Por qué considerás importante que Schiaretti se exprese respecto de la situación nacional y el Gobierno de Milei?
-Porque es el presidente del PJ de Córdoba. E, insisto, él ayudó a Milei a ser presidente. Entonces, ¡que se haga cargo! Va a ser muy difícil si al gobierno de Milei no le va bien que Schiaretti pueda decirle algo a la sociedad, y mucho menos a los justicialistas de Córdoba. Por eso tiene temor: sabe que se mandó un cagadón y no tiene qué decirle a la sociedad. Para los justicialistas, los dirigentes que se esconden como se está escondiendo Schiaretti pasan el olvido.
-¿No hay un exceso de socios de Milei en Córdoba; Juez, De Loredo, Llaryora, Schiaretti?
-Todos socios pobres, porque hacen un esfuerzo enorme por ser socios de Milei, pero son los arrastrados y están todos incómodos: a Llaryora no le va bien con su gestión; Juez, que nunca tuvo coherencia, está incómodo; a De Loredo que decía ser la renovación de la UCR le gritan, y con razón, «sorete»… el radicalismo está perdido y sin brújula, Juez es el oportunista de siempre, y el cordobesismo está vacío de conceptos porque su única estrategia es ver qué cargo le ofrece a los opositores.
-Te cuidas mucho de no llamar peronismo al peronismo de Córdoba.
-Pregúntale a cualquiera de los legisladores peronistas si está contento con este gobierno, con las acciones, con las actitudes y con los socios del cordobesismo. Este «partido cordobés» no resalta las banderas justicialistas, lo único que garantiza el cordobesismo es cargos para la casta política.
-¿Sos el legislador de Cristina en Córdoba?
-No, soy un legislador peronista que habla con Cristina, y que entiende que el peronismo debe recuperar su identidad. Hablo con Cristina lo mismo que hablo con Sergio Massa, hablo de cómo recuperar la identidad del peronismo, que es estar al lado de quien trabaja y generar las condiciones para que quien no tiene la posibilidad de trabajar alcance eso. Si el peronismo no presenta un plan de gobierno y recupera su identidad no tiene ninguna posibilidad en la elección de término medio y ni hablar del 2027.
-Recién mencionaste el terror del peronismo de Córdoba: «el fin de ciclo». ¿Por qué Llaryora encararía el final del ciclo político que inició De la Sota en 1998?
-Llaryora no tiene la capacidad de liderazgo y no gravita en la sociedad de Córdoba. Creo que es por falta de ideas. Le ha puesto mucho empeño a un «partido cordobés» que no dice a dónde va. Entonces está vacío de conceptos: no le dice nada a la industria, nada a los sectores de trabajo, nada a la educación, nada la salud pública, nada al municipalismo. Y si además, y voy a usar los términos que usa su socio Milei, mea a los peronistas, esto se termina.
-¿Qué condiciones deberían ocurrir para que los peronistas alejados de Llaryora regresen al esquema del oficialismo?
-A mí no me interesa el cordobesismo como está planteado. No sé qué va a hacer Llaryora, tengo claro qué vamos a hacer miles de peronistas que no avalamos estas alianzas electorales sin sentido que hace Llaryora.
No somos el peronismo del cordobesismo, somos el peronismo de Córdoba y debemos ser parte de un peronismo nacional. Y para serlo, hay que hablar con Cristina, con Massa, con Kicillof, con Quintela, con Jalil, hay que hablar con todos y cada uno de los peronistas.
-¿Cómo se materializa en Córdoba el cauce de los peronistas enojados con Llaryora?
-Hoy es un momento y un proceso de autocrítica. La falta de un liderazgo fuerte en el peronismo de Córdoba hace que cada uno de los actores -nosotros, el Frente Renovador, Adriana Nazario en Río Cuarto, Natalia de la Sota- milite para juntar masa crítica, con el objetivo de que todas estas fuerzas peronistas podamos confluir en el 2025 en un proceso de instalación de figuras nuevas para buscar una síntesis, o bien una definición en las Paso.
-¿Analizás la posibilidad de que Llaryora busque acordar formalmente con el radicalismo para conformar un esquema de coalición?
-Yo creo que está buscando eso, y lo está forzando sin duda.
-¿Llaryora puede estar en la discusión nacional de candidaturas del peronismo?
-Debería pedir perdón por impulsar, junto a Schiaretti, a Milei a la Presidencia. Además, y es central: en seis meses de gestión no tuvo ningún logro. La prioridad de él debería ser gobernar bien Córdoba, algo que no está haciendo. Y además, nadie en el justicialismo nacional lo considera peronista, entonces, tendría que reinventarse.
-¿Querés que a Milei le vaya bien?
-Yo quiero que al país le vaya bien. Quién gana en un modelo exitoso de Milei. Ante un tipo que solamente daña el sistema productivo, daña el sistema federal, daña la educación pública, daña la salud pública; para qué queremos que le vaya bien o por qué razón le tendría que ir bien. Tiene récord de emisión monetaria, le debe plata a todo el mundo; se cae el consumo, se caen los puestos de trabajo, cada vez más gente en la pobreza. Irremediablemente a Milei le va a ir mal y nos va a ir mal a todos, con un exterminio a la clase media.