(Enviado especial a Miami) Tras comentar con sus colaboradores el impacto de la ceremonia que protagonizó anoche en la comunidad judía local, Javier Milei se reunió con Ilan Goldfajn, titular del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para tratar la situación económica de la Argentina.
Goldfajn llegó pasadas las 9AM (las 10 en la Argentina) y subió a un ascensor del hotel Gran Beach Surfice Oceanfront para formalizar su encuentro con Milei. También Gerardo Werthein, embajador designado en los Estados Unidos, participó del cónclave.
“Fue una muy buena reunión con el presidente Milei para seguir trabajando en conjunto la Argentina y el BID”, resumió Goldfjan -en declaraciones a Infobae– al salir de la reunión.
“En el BID seguimos muy comprometidos con el desarrollo de Argentina. Hoy hablamos sobre nuestro apoyo técnico para mejorar la eficiencia del gasto y la protección de las personas más vulnerables, y sobre cómo nuestro brazo para el sector privado puede fomentar la inversión y la actividad empresarial en el país”, amplió más tarde a través de un posteo en las redes sociales.
El BID es un banco regional que se adecua a la agenda de intereses geopolíticos de la Casa Blanca, y por eso se ha transformado en una pieza clave para balancear la ofensiva de China en América Latina.
En este contexto, y asumiendo que Milei considera a Estados Unidos su socio estratégico, la reunión con Goldfajn debería servir para abrir un puñado de alternativas destinadas a fortalecer el programa económico del gobierno.
El presidente y su ministro de Economía, Luis Caputo, asumen que necesitan una mayor cantidad de reservas del Banco Central para unificar los tipos de cambio y contener un eventual conflicto con Beijing por el swap con China. Y el BID, durante la administración de Alberto Fernández, exhibió sus reflejos políticos para estar en la primera línea de fuego.
Milei calculó que necesita 15.000 millones de dólares para unificar los mercados y frenar un eventual ataque especulativo, y el BID junto al Fondo Monetario Internacional (FMI), la CAF y el Banco Mundial (BM) aparecen en su hoja de ruta como sus principales aportantes institucionales.
Se trata de un trabajo silencioso y complejo que siempre necesitará del apoyo político de la Casa Blanca. El cónclave que Milei ahora protagoniza con Goldfajn apunta hacia esa dirección.
Además de los fondos para sostener la unificación de los mercados, el jefe de Estado diseña un mecanismo financiero para contener una decisión política que Xi Jinping ya evalúa en Beijing.
Milei suspendió todas las obras públicas sostenidas con financiación china, y esa decisión afecta la ofensiva comunista en América Latina. Sin obras en la Argentina, el líder del régimen asiático tiene poco para mostrar a nivel global.
La canciller Diana Mondino viajará a Beijing en los próximos días, y se encontrará con una disyuntiva compleja: si Milei no levanta la suspensión de las obras chinas, Xi podría exigir el inmediato pago de 5900 millones de dólares del swap que se usaron para financiar las importaciones que llegan desde el gigante asiático.
Con este eventual futuro imperfecto, Milei busca la construcción de un “crédito Puente” para superar la presión de Xi y evitar que el programa económico se transforme en una montaña rusa.
El BID, monitoreado desde la Casa Blanca, podría contribuir a la alternativa del crédito Puente que evalúa el Presidente argentino. En otras épocas, cuando Alberto Fernández y Sergio Massa se enfrentaron al FMI, el BID aportó millones de dólares para saltar un inevitable default.
El cálculo de Milei es fácil de explicar: si el BID ayudó para superar una crisis con el FMI, porque no lo haría para contener una movida agresiva de China contra el principal socio de Estados Unidos en América Latina.