Nahuel Molina Lucero cumple 26 años este 6 de abril de 2024. El campeón del mundo con la Selección argentina en Qatar 2022 lleva una carrera tan prolífica como sorprendente. A base de esfuerzo comenzó a integrar las listas de Lionel Scaloni luego de irse libre de Boca y conquistó la Copa América, la Finalissima y el Mundial. Lo que varios desconocen es que este campeón con la Albiceleste se forjó en un proyecto que tuvo el Barcelona en Argentina.
El nacido en Embalse, Córdoba, jugaba en una posición distinta durante su infancia, antes de convertirse en el lateral derecho del combinado nacional ganándole el puesto a Gonzalo Montiel y a Juan Foyth. Su sueño era ser enganche o extremo derecho, pero su destino estuvo en otro sector de la cancha. A los 11 años se trasladó de su provincia natal a Buenos Aires, donde participó de una academia que el club español dictaba en San Justo.
El proyecto era administrado por el histórico coordinador de inferiores Coqui Raffo, que estuvo en Boca durante muchos años. El entrenador dijo sobre Molina: “Lo de Nahuel, para mí, es una historia de vida, porque cuando llegó al proyecto tenía solo 11 años. Indudablemente para cualquier madre, cualquier padre, es una situación difícil el desarraigo. Él idolatraba a Messi y me emociona saber que hizo su sueño realidad. Es un chico muy humilde”.
Por su rendimiento el jugador pudo viajar a España y sumar allí más experiencia. En total estuvo dos años antes de retornar a la Argentina para recalar en las inferiores del Xeneize. En Boca su crecimiento fue a velocidades astronómicas. Gracias a sus condiciones, no le costó llamar la atención del entrenador del primer equipo en ese momento: Rodolfo Arruabarrena. Durante sus últimos partidos en el club, el exentrenador lo hizo debutar con tan solo 17 años.
El joven cordobés se sumó al plantel de Primera División en 2016 y el 17 de febrero jugó su primer partido contra San Martín de San Juan. Tras la salida de Arruabarrena, también sumó algunos minutos con Guillermo Barros Schelotto antes de salir a préstamo en busca de rodaje. Con dos ciclos fuera del club, en Rosario Central y luego en Defensa y Justicia, el lateral derecho terminó de explotar y dejó en claro que era cosa seria.
La conflictiva salida de Nahuel Molina Lucero de Boca
Para 2020 debía regresar al equipo azul y oro y renovar su contrato que estaba por vencer. Sin embargo, las negociaciones no llegaron a buen puerto y la joven promesa se marchó libre al Udinese de Italia. “Se dio de una manera que no me gustó. Nunca pudimos arreglar el contrato, fue el momento más amargo de mi carrera”, aclaró Nahuel Molina Lucero sobre las conversaciones frustradas con la dirigencia encabezada por Jorge Amor Ameal y Juan Román Riquelme.
“Después vino la pandemia…No me peleé con nadie, nunca tuve un problema, conozco a todo el mundo, no solo a los dirigentes. Me hubiese gustado jugar muchísimo más”, concluyó en aquel momento, cuando rompió el silencio por su conflictiva salida de Boca. Tras dejar atrás este episodio el futbolista demostró un gran nivel en la Serie A y comenzaron a llegar los primeros llamados para integrar la Selección argentina, siendo uno de los mayores descubrimientos en la renovación que encaró Scaloni dentro del combinado nacional.
En 2022 no solo llegó la conquista de la tercera estrella para el exjugador de Boca, sino que también tuvo su primera gran venta dentro de Europa: abandonó Udinese para sumarse a las filas del Atlético Madrid, en una operación que se cerró por 15 millones de euros. Gracias a esta transferencia el humilde joven surgido de Embalse pudo dejarle una gran suma de dinero a su primer club, el Fitz Simon.
La institución de las sierras cordobesas recibió 33.344.294 de pesos en el marco del mecanismo de solidaridad y, a sus 26 años recién cumplidos, Nahuel Molina Lucero se convirtió en todo un referente para su ciudad y para el lugar que lo vio dar sus primeros pasos con una pelota, cuando nadie sabía que tendría un papel protagónico en el Mundial de Qatar 2022, que incluyó un gol en los cuartos de final ante Países Bajos para luego levantar el tan ansiado trofeo.