Estos productos derivados de alimentos prometen beneficios más allá de la nutrición básica. Sin embargo, según un informe d Men’s Health, su falta de regulación y evidencia científica plantea desafíos para los consumidores
Los nutracéuticos, una categoría que abarca desde cápsulas de aceite de pescado hasta bebidas fortificadas y colágeno en polvo, se posicionan como una opción para mejorar la salud más allá de lo que ofrece una dieta equilibrada.
Aunque prometen beneficios específicos, como reducir la inflamación o fortalecer el sistema cardiovascular, según Men’s Health, este término carece de regulación oficial, lo que deja un amplio margen para cuestionar su efectividad y seguridad.
Mariana Dineen, nutricionista y fundadora de Elemento Health, explicó a la revista que los nutracéuticos son “productos derivados de alimentos que brindan beneficios más allá de la nutrición básica”. Sin embargo, la ausencia de supervisión estricta y la variabilidad en la evidencia científica subrayan la necesidad de un consumo informado.
Un mercado en auge sin regulación clara
La expansión del mercado de nutracéuticos refleja su incorporación masiva en la vida cotidiana, muchas veces sin que los consumidores sean conscientes de ello.
Pese a su popularidad, el término “nutracéutico” no tiene reconocimiento legal ni aparece en las etiquetas de los productos. Esto dificulta su identificación y plantea retos sobre las afirmaciones que los rodean.
Dezi Abeyta, asesor nutricional de Men’s Health y fundador de Foodtalk Nutrition LLC, describe el entorno como un “territorio sin reglas claras”, donde definiciones como “bebida funcional” o “suplemento funcional” son utilizadas con libertad para comercializar estos productos.
La ciencia detrás de los nutracéuticos: entre el respaldo y el escepticismo
Algunos nutracéuticos cuentan con décadas de estudios clínicos que avalan sus beneficios, pero otros carecen de evidencia sólida.
Dineen resalta que “la evidencia es muy, muy variada”, sobre todo en individuos que ya poseen una nutrición adecuada.
A diferencia de los medicamentos, los fabricantes no están obligados a demostrar la eficacia de los nutracéuticos antes de lanzarlos al mercado, lo que deja muchas afirmaciones en un terreno incierto.
Un ejemplo es el caso de los suplementos de Omega-3, recomendados para reducir los triglicéridos en sangre.
Aunque estudios sugieren sus beneficios, Abeyta aconseja priorizar fuentes alimenticias como el salmón antes de recurrir a suplementos, salvo en casos específicos como atletas con altas demandas nutricionales.
Riesgos asociados y consumo responsable
La falta de regulación estricta representa un desafío, especialmente por los posibles riesgos de interacción con medicamentos u otros suplementos.
Dineen menciona casos como el de los suplementos de ajo, cuyos efectos anticoagulantes pueden ser peligrosos si se combinan con medicamentos similares, o la coenzima Q10, que podría reducir excesivamente la presión arterial en pacientes que ya toman fármacos antihipertensivos.
Para minimizar riesgos, Dineen sugiere optar por productos certificados por organizaciones independientes como NSF, que verifican la pureza y dosis declaradas.
Además, subraya la importancia de respetar las dosis recomendadas para evitar efectos adversos, especialmente en personas bien nutridas.
¿Una solución o un complemento?
El auge de los nutracéuticos refleja el interés por alternativas que ofrezcan beneficios específicos para la salud, pero también pone de manifiesto las lagunas en regulación, evidencia y seguridad.
Aunque pueden ser útiles en ciertos casos, su consumo debe realizarse con cautela, respaldado por la consulta médica y una revisión cuidadosa de las etiquetas y certificaciones.
Los alimentos naturales y una dieta equilibrada continúan siendo la base más sólida para el bienestar general, mientras que los nutracéuticos deben considerarse como complementos y no como sustitutos.
Como señala Abeyta, volver a lo básico en la alimentación suele ser el enfoque más eficaz y seguro.