River sacó adelante un duelo bravo ante Platense antes de una parada trascendental en la Copa Libertadores. Aprovechó al cien por ciento dos buenas acciones colectivas y después cuidó el resultado con un fútbol pobre y poco fluido. Los tres puntos valen porque venía de una derrota y porque conservó la distancia sobre San Lorenzo para mantener el aire en la punta del torneo.
El Millonario de mayo no vuela, pero mantiene el poder de fuego. El “prohibido perder” será una presión extra en Perú ante Sporting Cristal. Hasta el empate puede tener gusto a poco si The Strongest triunfa en La Paz contra Fluminense. Por eso, con uno, dos o hasta tres delanteros, River deberá exhibir equilibro, todo el que le faltó en el Maracaná o en Córdoba contra Talleres. Tiene con qué. Puede.
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Explicar a Boca en la Paternal a partir del muy buen resultado es negar un rendimiento limitado. Pero ese no debe ser el único foco. Se notó a la legua la diferencia entre Argentinos Juniors, un equipo que lleva dos años de trabajo, y otro que se está gestando hace un mes. Y también se notó que los jugadores intentan equilibrar lo que todavía no fluye corriendo y siguiendo el plan de juego de Jorge Almirón.
La primera virtud reconocible de esta nueva etapa en el club de la Ribera es la ascendencia del entrenador. Aún con errores durante la búsqueda y, nobleza obliga, con buena reacción como ante Argentinos, el DT xeneize impone sus formas. El abrazo de Nicolás Figal después del gol de Miguel Merentiel es una buena síntesis para explicar este tiempo.
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Es cierto que Boca deberá mejorar mucho para ser una formación confiable, tan notorio como lo otro que asoma: el liderazgo genuino el director técnico, la convicción del grupo y los triunfos seguidos harán de la recta final del semestre un período superador. El próximo examen es importante. Sumar en Colombia frente a Deportivo Pereira es sinónimo de clasificación en plano internacional. Nada mal.
