De qué se trata: rodeado de lo árido, bello y rústico que se aprecia de la geografía de la Cordillera de los Andes, Simón es un joven con un desorden emocional y familiar complicado. Cada vez más distanciado de los suyos, se empieza a mezclar dentro de un grupo de chicos con diferentes discapacidades. Uno de ellos genera una empatía cada vez mayor con él y, a medida que se conectan más, Simón muestra gestos, tics y movimientos muy poco convencionales. Los giros de la historia quebrarán la armonía de todos, lo que decantará en conflictos críticos.
Por qué hay que verla: porque la ópera prima de Federico Luis es una audaz propuesta argentina. El director obtuvo el premio de «La Semana de la Crítica» en Cannes y otros galardones en diferentes festivales que posicionaron a Simón de la montaña como una pieza muy particular, que entra en sintonía con otros films como Kids o Gummo, donde las cuestiones físicas influyen en la trama. A la vez, es un drama que mezcla lo documental dentro de lo ficcional y que hace un combo de géneros, con algo de comedia incómoda y un poco de thriller de suspenso, lo que genera muchísima tensión. Toto Ferro vuelve a protagonizar un film tras El Ángel y su labor es excepcional, única y para aplaudir varias veces.